El Ladrón de Tumbas se acercaba sigilosamente hacia donde estábamos nosotros,  llevaba el pelo muy largo atado en media cola bien alto en la parte de atrás de su cabeza, su pelo era negro pero tenia mechones de todos colores, su tez era absolutamente blanca, salvo sus labios morados. Vestía ropas de cuero y un sobretodo hasta las rodillas también de cuero marrón muy gastado, llevaba guantes con los dedos cortados. Paso al lado nuestro ofreciéndonos una sonrisa espeluznante pero muy alegre. Todos nos reímos al unísono.

-¿No saludarás a un viejo amigo? –le gritó el Oráculo, el Ladrón de Tumbas se dio vuelta al reconocer la voz.

-¡Mi querido amigo el Oráculo! –abrió los brazos para acercarse y abrazarlo.

-¡No!, todavía me debes aquellas monedas de plata.

-¿Qué están tomando? –nos preguntó el Ladrón de Tumbas.

-Cerveza –contestó el Escriba.

-Pago yo -y metiéndose entre nosotros empujándonos graciosamente haciéndose un lugar, se acomodó en el cordón de la vereda donde estábamos sentados.

El Ladrón de Tumbas, en realidad ya se dedica a cualquier cosa, robaba tumbas, pero también amores, glorias y fracasos; en los bolsillos lleva siempre su ultimo botín, salvo que fuera lo suficientemente grande como para tener que llevarlo hasta su cueva, de paradero desconocido.

-¿Cómo va el negocio? –le preguntó el Brujo que sabia de él y eran algo conocidos.

-¡Muy bien!- respondió entusiasmado-. Las chicas quieren Rock & Roll, los hombres quieren Chicas y el rock es innato en ellos. Los giles son muy descuidados. Hay muchos choques de transito, ahora se vienen las votaciones y robar esperanzas es lo mas fácil en el mercado.

-¿Y de amores? –preguntó el Poeta.

-Eso nunca se acaba –miró a uno de nosotros directamente a los ojos-. No sabía que eran de ustedes esos fracasos ¿quieren que se los devuelvan?

-Podría ser.

- ¿Encontraron el sentido de está Página? –preguntó

-¡Otra vez! –se enojó el Escriba- Todavía no lo escribí, no pueden hablar como si ya esto estaría en la pantalla de la Web.

-Ya lo está -dijo el Oráculo.

-Prepárense para votar –nos aconsejó El Ladrón de Tumbas -¡Cuidado al cruzar la calle! Y no pierdan las esperanzas en el amor… que igual van a quedar solos. ¡Ja Ja Ja! ¡Juaz! –lo que sonó como una risa macabra pero graciosa al mismo tiempo.

El Ladrón de tumbas se levantó de un salto, nos saludó con una exagerada reverencia y se fue dando pasos ligeros. Sonrió antes de irse.

-Va a volver –dijo el Oráculo-, ya es uno de nosotros.

-¿Y con el sentido de la web que hacemos?