Vade Retro noche Maliciosa
 

Está Es la Crónica – Vade Retro noche Maliciosa

 

Nota recontra aclaratoria de la Web: Esta es la crónica. Vivir a mil y con pasión por lo que uno hace desemboca indefectiblemente en un disfrute sin prejuicios de la vida, y es por eso que siempre recalcamos en nuestra constante y maravillosa capacidad de asombro; porque disfrutamos todo lo que hacemos y por supuesto, de está pagina.

Entonces todas las noches que vivimos con el objetivo de documentar (o cronicar como nos gusta decir) nos encontramos con que se van superando así mismas. Pero la que a continuación sigue es única, porque se fue superando ella misma con el transcurso de las horas. No tenemos dudas que estuvimos en el infierno. Pero eso lo explicamos en la crónica con la conveniente explicación de los misterios. Fue una noche de Heavy Metal plena de objetivas subjetividades y arbitrarias autocríticas.

 Porque, por si no se dieron cuenta, está es una pagina Heavy. Nuestras mas sinceras disculpas; pero sean ustedes muy bienvenidos una vez mas.

 

Tiempo estimado de lectura: seis minutos seis segundos seis centésimas

 

Cuando aún resonaban en nuestros oídos el insoportable y fantástico ruido de los motores de los autos del TC, nosotros nos embarcábamos en viaje hacia la localidad de Jardín América. Volver a la ruta es siempre un placer; ese eterno camino que zigzaguea por pueblos, historias, ciudades, aventuras, montañas, epopeyas. Esta vez se la sentía cansada, algunos la habían maltratado en estos últimos días

El propósito de nuestra visita era un recital de heavy metal donde tocarían bandas locales, una de Brasil y la cabeza de cartel de la noche, oriunda de Baires: Malicia. Hasta ahí todo bien.

 

Pasaje al infierno por el purgatorio

Al subir al colectivo de media distancia, le indicamos al guarda nuestro destino, creemos recordar una pequeña sonrisa en su rostro. Sí recordamos el apellido extraño en la camisa de su uniforme ETNORAC, porque bromeamos sobre un apelativo tan complicado, y que nos recordaba algo, sin saber qué.

Enseguida un idiota hizo su aparición haciendo sonar su celular a todo volumen con las peores cumbias. Concluimos su necesidad de mostrar su música y el modelo súper de su celular. Ni siquiera quisimos sacar nuestros celulares (ya explicamos en otra crónica la adquisición de modelos muy avanzados por parte de nuestra hermandad metalera), no valía la pena un contrapunto con un payaso cumbiero. La música nos molestó gran parte del viaje hasta que el pasajero cumbiero se bajo llevándose el eco de nuestros aplausos y una rastra de puteadas. Antes el chofer nos deleitó con un una selección de videos musicales, todos de Enrique Iglesias. No faltó tampoco el bebé llorón, y al término –por la mitad del viaje- de la exquisita selección de videos, una película de misterios y acertijos algo densa, pero que nos enganchamos hasta que tuvimos que bajar sin ver el final. ¡Porque no la pusiste antes!. “Esto es como el purgatorio” dijo alguien.

El colectivo frenó en la ruta, Etnorac, el guarda se asomó, nos sonrió y nos avisó: Llegamos. La puerta se abrió con extremada lentitud de películas de terror y bajamos en grupo (éramos varios los que íbamos en comitiva) a la localidad de…


           El Averno

Algo estaba mal, la ruta muy desierta, las calles muy vacías, la noche muy oscura. Decidimos avanzar hacia el lugar del evento con las coordenadas que teníamos. Caminamos muchas cuadras cruzándonos algunos transeúntes de cabezas gachas; los comercios a nuestro paso iban cerrando puertas con apuro; algunos autos detenían su marcha para dejarnos el paso libre. Todo era muy extraño. El grupo se sentía contento y bromeaba sobre nuestra apariencia intimidatoria, pero nosotros sentíamos que algo más sucedía.

De pronto voces del averno nos sacaron de nuestras cavilaciones, nos detuvimos en seco, eran lamentaciones guturales y ruidos escalabrosos (la palabra escalabroso no existe pero por error la tecleamos y nos suena interesante), que provenían como de una cueva, almas encerradas en un tormento ajeno, y nosotros: íbamos en esa dirección.

Cuadras mas abajo por la pendiente características de la geografía pueblerina del interior de misiones, llegamos al galpón donde se realizaría el recital. Algunas figuras negras de pelos largos, con destellos de metal en muñequeras, cinturones o cadenas y colgantes, nos recibieron con la minina expresión de bienvenida. Alguien salió corriendo del grupo “Vinieron, vinieron -disimulaba su alegría en vos normal-, esto es insoportable, pensé que no sobrevivía aquí solo”. El muchacho parecía asustado y abrazaba a algunos integrantes de nuestra comitiva. Enseguida sacó de no sabemos dónde, una botella de vino de barato.

Deberíamos buscar la nuestra, hace frío”, decidimos.

 

Mi caballo por un Sanguchito., ¡Carajo!

Decidimos internarnos en el centro de la ciudad en busca de algo para comer, nos seguía llamando la atención el poco movimiento que ofrecía la ciudad un sábado por la noche. Caminamos algo así como una hora sin encontrar algo para comer; negocios cerrados, maxiquioscos abandonados, locales, bares sin comida. NES se acercó a la barra del último que elegimos debido al cansancio.

-¿Tenes algo para comer?.

-No.

-Dame una cerveza entonces -retrucó sin tiempo a debates.

Tomamos dos cervezas para matar el frío y salimos una vez mas a caminar en busca de algo para comer, nuestros estómagos eran una sinfonía de ruidos y retorcijones, hasta que alguien se dio cuenta: “Estamos en el infierno”.

Enseguida debatimos sobre la posibilidad. Teníamos entendido y sabíamos que habíamos viajado en colectivo a Jardín América. Pero algo andaba mal. Nuestra conclusión fue determinante y unánime. Estábamos en el infierno y Mefistófeles había disfrazado el tormentoso lugar con una escenografía similar a la de la localidad misionera de Jardín América. Decidimos andar con más cuidado disimulando nuestro descubrimiento.

El único local abierto, con mesas vacías, ofrecía sándwich de milanesa. Pedimos el menú. Confirmado: estábamos en los abismos de Satán. Solo así se explica el fabuloso sándwich de milanesa que comimos. Un pan de lomo rectangular, blando casi espumoso, una abundante milanesa de pollo fritada con aceite nuevo, fetas amigables de jamón y queso, condimentadas con algunas rodajas de tomate sublime y sabrosa hojitas de lechuga, mas un chorreante y seductor huevo frito. Nos tomamos casi media hora en comer cada uno su pecado carnívoro. “solo el diablo puede preparar un sándwich tan rico, esto es una tentación, es gula”.

 

Las Huestes de Satán

Volvimos al lugar del recital con los estómagos realmente llenos. En el galpón que oficiaba de lugar de encuentro, ya se escuchaba los sonidos del metal, la gente iba entrando. La mayoría jóvenes, algunos de nosotros de la vieja escuela, y algunos más mayorcitos. Todos vestidos de sobriedad negra, u ostentando remeras de bandas, la mayoría de agrupaciones de Death Metal.  

Nota del Juglar: el Death Metal es un estilo de música -algunos dicen parte y otros no- del Heavy Metal, muy arraigado en la Europa escandinava, con baterías sincopadas y latosas, guitarras machacadas muy distorsionadas, y voces gruesas o chillonas. La temática en general de este estilo es todo lo referente a las artes oscuras -inclusive el satanismo- y el horror, con una fuerte iconografía de estas temáticas. Muchos de los lideres e integrantes de bandas europeas admiten profesar y practicar cultos satánicos; suerte que termina en un desprestigio de esta música reduciéndola al catalogo de Satánicos.

También, clásico del interior, había algunos padres, grupos familiares y jóvenes no metaleros (obviedad por su vestimenta y desempeño) que asistían de muy buena gana. Por ejemplo un hombre adulto ya, de rulos a lo Hendrix, que en dos muletas andaba de aquí para allá con una deficiencia en las piernas, rengueaba con uno de los miembros mas corto y el otro lo arrastraba dibujando un circulo por el piso, evidentemente había tenido un accidente; vestía también con una ridícula campera de colores rojos y cremas y una camisa tratando de imitar el estilo medieval con cuerdita en el cuello abierto.

La primera banda en el escenario era la posadeña Sólido Metal, en la línea del metal argento. Bien y además son amigos. Después la cosa se iba a poner interesante. Subió y luego de excesivos preparativos la banda local Infección Crónica, que sonó tal cual como su nombre lo indica. Desprolijos, excesivamente distorsionados, y con un batero defenestrado en un pequeño improvisado foro de bateristas que integramos como oyentes. A escuchas de los presentes, no fueron lo mejor de la noche, incluso el pogo fue mínimo. Una niña pequeña, quizás unos diecisiete añitos, de angelical rostro y menuda figura, toda vestidita de negro con su carita pintada en ojos del mismo tono, subió de repente con pasitos rápidos y diminutos al escenario.

Tomó el micrófono en sus manitas y llevándolo a la boca: ¡Por el amor de Dios!, la voz que profería de su gargantecita era peor que la del cantante, ¡Daba miedo!. ¿Cómo aprendió a cantar así?, ¿con esa vocecita pide Permiso a Mamá para salir?, como dirá “Te quiero mucho amor”, “Con un cuchillo entre los labios”, opinó alguien.

Más no podemos decir, por falta de información, ya qué uno de nosotros se quedó dormido sentado arriba de una mesa y el consenso en lo crónicado debe de ser unánime.

Había ciertas presencias femeninas, vale aclarar. Algunas Heavys vestidas de colores oscuros, otras vestidas con muchos colores. La presencia femenina, cada es mayor en estos eventos. Porque creemos que la mujer ah empezado a tener mas participación estos últimos años en el rock y la música. Y no nos referimos a las musas o las contadas cantantes o músicos del género. Demás esta decir que bienvenidas… y traigan mas amigas.

Dicen que por entonces, Cesar Banana Puerredón, en la casa de apuestas, con pantalón y camisita media gay (según corresponsales), más pelado y canoso, con la misma protuberante perilla o mentón, deleitaba a un centenar de personas con canciones románticas; estallaron los gritos en “Cuando Amas a Alguien” y “Conociéndote”. ¿Dónde estará Jazzy Mel?.

Hablemos de la organización del recital, ya mismo: desastre.

1.                 Todo bien con la cantidad de bandas, pero no las podes hacer tocar una hora cada una, teniendo una banda de renombre e invitada de Baires. Para las tres de la mañana ya se había cansado la mitad de la gente, la otra mitad se había ido.

2.                 El sonido fue malo, en el sentido que todas las bandas sonaron muy mal, mejoró con la brasilera y por supuesto muy bien en Malicia.

3.                 Las luces, fueron patéticas, ni siquiera tenían los celofanes los tachos y estaban tan bajas (por la estructura del escenario) que encandilaban a los músicos, salvo los que tocaban todo el tiempo con la cabeza baja sacudiéndola al compás de su música.

4.                 La policía…, ya hablaremos de la policía.

5.                 dos puntos a favor: la cantina con choris y panchos, y la cantina con bebidas a precios accesibles.

Para destacar: los organizadores, personas adultas y ligadas –hasta donde sabemos- con la política del municipio, estaban dando vueltas bien vestidos y bien acompañados (por el culo de la noche, como así lo catalogaron algunos, una tentación al pecado capital de la lujuria); disfrutando de la noche, con las cámaras de los medios audiovisuales, dándole buena cobertura al evento. Recordemos la entrada estaba cinco pesos, muy barata; de esa forma ayudando a los que tenían que llegar en bondi a no encarecer los gastos. Igualito que acá en Posadas. Como cuando estuvo un seudo trovador Guevarista en la legislatura Posadeña: aunque no recordamos qué hizo por la cultura.

Después de un set cansador, Infección Crónica se bajo por fin del escenario y con otros tantos preparativos, ya que no había nadie que ayudase a sus músicos en el armado de los instrumentos -ni un solo plomo, él del sonido se rasco toda la noche-, llego por fin la banda brasilera.

 

                       

Imagen de a una remera del merchandising de la banda brasilera con el nombre de la misma

 

Amigos lectores: adivina adivinador: ¿Cuál es el nombre de la banda?.

Es sabido la importancia del nombre como marcación de identidad, todos lo tenemos y lo defendemos y nos sirve para muchas cosas. Bien. Las bandas y orquestas musicales, también los tienen. La Filarmónica de Berlín, por ejemplo. No cualquiera se llama así. Ahora, las bandas de rock y de metal, lo poseen y es todo un ritual tenerlo, y una forma de defenderlo es en la portación del nombre en remeras, mochilas, posters, tatuajes, banderas (trapos), y revistas. Las bandas de Death metal, no sabemos todavía porqué, los usan con intrincados logos, arreglos y detalles. El caso de esta banda brasilera no era la excepción, y mientras nos deleitábamos con su música, tratábamos de adivinar como se llamaba.

Sonaron bien, formada por batería, bajista de pelo largo, pelado guitarrista y vocalista dando seductores alaridos, y el otro guitarrista sentado. Se acuerdan del morocho de muletas y rulos a lo Hendrix, era él, y tocaba como la puta madre. ¡Que desperdicio de virtuosismo en una banda Death!. Por supuesto que ahora todos lo saludaban, lo vitoreaban y no le daban vuelta la cara como durante toda la noche cuando pasaba rengueando y revoleando su pierna. ¡Hay Hay Hay, Argentina!, ¿cuando vas a dejar de discriminar?, y eso no solo es cosa de Heavys. ¿Cuando fue la ultima ves que no esquivaste un ciego?.

La banda muy prolija, no pudimos disfrutarla de la mejor manera, porque la agrupación anterior había afectado seriamente nuestra percepción de los sentidos, pero visítenla en Myspace.com/Espiritualband. Y es así como se llamaba la banda ESPIRITUAL, pero en ingles con acento en la U. ¿Adivino?.

Esto nos sirvió también para el otro acertijo de la noche. En el sector merchandising, había dos papeles pegados sobre la pared.

                     

 



En uno decía “Remera Tumulto 25$”, en el otro “Remera Espiritual 20$”. Esto llamó nuestra atención y terminamos con dos hipótesis. Las compartimos con ustedes:

a-     Cuando había mucho tumulto frente al escenario (lo que se denomina pogo), la remera estaba veinte cinco pesos. Esto se debería a la efervescencia del momento y la oferta y demanda de portar tal remera identataria. Y entonces: En momentos de tranquilidad o receso musical, la remera te la darían a cambio de veinte pesitos nada más.

b-     En ese puesto de merchandising se vendía remeras con propiedades mágicas dividas en dos categorías, para espíritus tumultuosos y barderos, la remera Tumulto; para personas en busca de una paz interior, solo por veinte mangos usted adquiría una remera espiritual, cargada de energía positivas.

Recordemos que estábamos en el infierno, y no nos pareció descabellada la idea del príncipe de los avernos de tener un puestito en su propio negocio. Después de todo, el siempre compró y vendió almas al mejor postor.

 

Extraños personajes

Dos borrachos se paseaban por el salón buscando charla, para expresarse de forma inteligible e inentendible. Se la dimos. Estaban bien vestidos con buzos de tela de colores, mayores en edad, parecían ser parte de la organización, ya que juntaban cada tanto algunos descartables para la cerveza. También es evidente que las estaban tomando.

Uno de ellos, estaba muy entrado en años. Gritaba y sacudía la mano apuntando a la nueva banda sobre el escenario Neoplasia, encorvado por los años y con una gorra de tela que apenas se apoyaba en su cabeza calva. Seguía gritando y apuntaba al escenario- “¡Amos Chupe! ¡Que Amos Chupe!”.

-No se asusten-dijo una voz atrás nuestro- el hijo de él es el bajista. Esta gritando “Vamos Chupe”, además esta borracho -hablaba con las dos manos en las espaldas, igual que la posición numero cuatro de nuestro catalogo de Diferentes formas de cruzarse de brazo (visiten la sección en la pagina).

El hombre era algo alto, olía muy mal, como a azufre, tenia una barba recortada muy prolija, sus ojos acusaban infinidad de años, eran profundos de un color rojizo. Su pelo era muy largo. Podría decirse que nos hipnotizó desde un primer momento.

Le entregamos un papelito (volante) con el nombre de nuestra página. Lo tuvo entre los dedos y sin leerlo se lo guardo en el bolsillo.

-Ya la eh visitado –nos contó, y mientras decía esto, se cruzo de brazos. Nos asustamos, había algo en su forma de hacerlo y en la sonrisa que esbozó.

-Por favor -volvió a hablar con tono amable- sean bienvenidos y no se olviden de pagar sus cuentas.

Sentimos un silbido, nos dimos vuelta y nos pareció ver al guarda del colectivo, pero estaba muy oscuro y en la otra punta del establecimiento. A su lado estaba un hombre muy alto,

Más alto que nuestro extraño nuevo amigo, pero algo canoso y de barba larga, al estilo Gandalf. Por todo lo demás parecía ser el hermano de nuestro amigo. Intercambiaron algunas palabras con muchos ademanes y gestos, terminaron por reírse, nuestro amigo le hizo un gesto de invitación a que pase al salón. El viejo de barba blanca aceptó. Lo vimos perderse entre la gente.

Hablemos de Neoplasia, que en esos momentos agitaban la noche con abundante pogo, y una similar descarga a la de Infección Crónica. Y pensar que nos quejábamos del motor de los autos del TC horas antes.

Voces guturales, lamentos y múltiples piafadas del baterista (que no sincronizaba ninguno de sus miembros y cada uno hacia un golpe en compás distinto), condimentaban el set de mas de una hora de duración. Las chapas del galpón sonaban por el caminar de las gárgolas encima, nos las veíamos pero era obvia su presencia.

 

La Bestia

Una horda de muchachos nos empujo, venían con el envión producido por dos de ellos peleándose. Los intentaban separar, ya que uno -el más puto-, le tironeaba del pelo al otro. Cuando lograron separarlos, el pelilargo, respiraba profundamente echando humo por la nariz, estaba terriblemente enojado. El otro, fue muy recriminado por su actitud de putita de tirar el pelito.

La policía hizo su estupida y artística aparición, quince minutos después de la riña, entraron en un malón con caras desesperadas y buscaban a sospechosos entre el publico. Así se llevaron un par, que realmente estaban molestando. Como siempre, sus incursiones de demostración de poder dan gracia. Mas teniendo en cuenta que cuando no tienen el uniforme se emborrachan peor que los que llevaron, y la mayoría son resentidos mal pagados con la excitación de portar un arma. Pero no exageremos, no todos los policías son malos…algunos son peores. “Policía poolicíaaa / qué amargado se te veee / cuando vasalos recitales / tu mujer se va %$&j·e$r”.

Una criatura salió desde las penumbras, acechándonos, persiguiéndonos, todavía hoy su recuerdo nos trae pavor, ese es el verdadero motivo de haber tardado tanto en transcribir esta crónica. Desde aquella noche tenemos pesadillas con él. Sin forma definida, asqueroso, patético y silencioso.

Era el Bolo de Pelos. Cuentan las leyendas, que nació producto del tirón de pelos de putita que uno de los que pelearon esa noche le produjo al otro, arrancándole no un mechón, una rastra entera. Gracias a nuestros atrevidos fotógrafos, pudimos documentar a la bestia., observe el tamaño comparado con la moneda y el borcego. Y aclaramos a las personas sensibles que la imagen de esta bestia puede causar graves trastornos emocionales, como tener pesadillas o volver a hacerse pipí en la cama.

 

           

El fotógrafo calza talle 42 y ahí el bolo esta enrollado sobre si mismo

 

Vayasemos adónde vayasemos el Bolo nos seguía, estábamos aterrados.

El viejo de barba volvió a aparecer de entre la gente, y se paró delante de nosotros.

-Es verdad lo de los giles, tienen razón -nos dijo-, siempre están al alcance de uno. A ustedes los están buscando -nos señalo a nosotros (MAV y NES)-. Sería bueno que recen mas seguido, nuestras diferencias igual son respetadas. Pero no mezclo las cosas. ¡Me voy de este infierno!.

El tipo estaba muy loco, pero irradiaba un carisma que aún después de desaparecer, nos quedamos hechizados por su aura.

            Para ese entonces los músicos de Malicia estaban entre el publico, sacándose fotos y firmando autógrafos de muy buena gana. ¡Gracias Muchachos por venir!.

Y no eran los únicos en sacarse fotos, ya que el heavy se ha hecho de la tecnología. Decenas de celulares con cámara de fotos, algunas cámaras fotográficas, y un cholulaje extremo; en diferentes poses con lenguas al aire, cuernitos amenazantes, descartables en alto y ojos maliciosos los metaleros improvisaban posiciones a la hora de al documentación.

 

Malicia

Rondando las tres de la madrugada, por fin subió Malicia al escenario. Ya estábamos hastiados de gritos de horror, de ruidos y de personajes extraños. Los músicos, amables y prolijos en su solitaria preparación del escenario porque nadie les ayudó, tardaron otro rato en dejar todo listo, para ellos mismos. En fin, ya nada podía salir mal, empezó el recital con una intro y su primer tema del último disco.

A la mitad del tema, saltaron las térmicas y solo quedo el ruido de una batería sin amplificar. Nos queríamos cortar las bolas en ese mismo momento. El sonidista arregló el inconveniente a los minutos. Volvió a saltar la térmica. Ya nos imaginábamos un ataque de vandalismos al grito “Devuelvanme la plata de la entrada”, cuando el Gil del sonidista se avivó de bajar el volumen de la potencia de los equipos para que no salte más la térmica.

Bien Malicia, mucho poder sobre el escenario, por fin sonaba bien la batería en toda la noche, las guitarras a puro metal. Para él que no conoce, nos animaríamos a afirmar que Malicia es algo así como el Metálica -de los primeros tiempos- argento.

                

 

            


Hasta que se le rompió la cuerda al guitarrista y hubo que parar para que la cambie, el solo, con el frío que hacia, y el quilombo que había. Luego, todo por fin salió bien, y el recital de ellos termino a las cuatro y media de la mañana.

Se encendieron las luces y salimos arando para la ruta a espera del primer colectivo que pasará con destino a la capital Posadeña. Faltando dos cuadras, el colectivo estacionaba en la ruta. Nunca mejor utilizada la frase “corrieron como si los persiguiera el diablo”. Llegamos con los pulmones en la mano. Uno de nosotros afirma haber visto el Bolo de Pelo seguirnos.

Adentro del colectivo, estaba el mismo guarda que sonriendo nos preguntó -¿Se divirtieron?, parecen como que hayan estado en el infierno.

Cuando despertamos de un misterioso sueño, ya estábamos en Posadas.

 

Heavys eran los de antes

Con el frío, la amenaza de lluvia y los autos dirigiéndose en maza a buscar la mejor ubicación en el autodromo para la carrera del TC, uno de nosotros se tomó un remise para ir la casa, el otro fue a dormir a lo de la madre.

 

Perdona nuestros pecados

Llegamos a las siete del domingo, ese mismo día a la tarde, fuimos a la catedral en busca de explicaciones; el cura no nos pudo atender. Pero un bello y apuesto hombre que limpiaba con una gamuza los bancos, nos llamó. Sin mediar palabra ni que le digamos nuestra preocupación y el motivo de la visita, nos habló.

-Ustedes no estuvieron en el infierno, pueden quedarse tranquilos –nos dijo con una suave y clara voz.

-¿Pero como se explican todas las cosas que vivimos?.

-Cuando llegaron Jardín América, ya era muy entrada la noche, y en el interior no se vive la misma vida nocturna que aquí en la capital y todos los comercios cierran temprano y la gente no es de salir, además recuerden hacía frío. Las voces guturales que escucharon al principio era la prueba de sonido de las bandas que resonaba en la noche demasiada en silencio -nos explicaba-. En el interior especialmente en donde estuvieron, el death metal es mas popular que en otros lugares. El Bolo de Pelos no se movía, lo iban pateando y arrastrando la gente sin darse cuenta, solo ustedes percataron su existencia. Las gárgolas no eran tales, era el retumbar desafinado del sonido sobre las chapas sin aislamiento del galpón. Se toparon con algunos borrachos que quizás les quisieron tomar el pelo con algún chiste.

-¿A nosotros? -nos sorprendimos- ¿y el sándwich de milanesa?.

-Esa tarde habían cambiado el aceite de la fritera, y ustedes eran los únicos clientes en el momento, el cocinero estaba esmerado.

-Y respecto -continuó- dónde esta Jazzy Mel, nadie lo sabe -y se encogió de hombros.

-¿Y usted quién es?, ¿ y como sabe todo esto?.

-Menos averigua Dios y perdona amigos míos. Pero también hago algo de música, mi grupo se llama Ángel de la Guarda.

Salimos más perturbados de la catedral de lo que entramos. Pero no tanto por la mugre de la plaza central de la ciudad y sus residentes ambulantes. Sino porque: o no habíamos estado en el infierno, o un ángel acababa de querer convencernos que no estuvimos en el infierno.

Hey ustedes! -nos gritaron de un costado- ¿Son los de la pagina esa de los brazos?.

- -nos alegramos que alguien nos reconozca-. ¿Cómo lo  sabes?.

-Aún conocido mío le dieron el papelito.

-¿En dónde?.

-En uno de los tantos viajes que hago al infierno.

Era el guarda del colectivo. Nos sonrió, se dio media vuelta y desapareció entre los árboles.

 

 

 

 
 
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