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    Mientras nuestros Escribas continúan con las transcripciones de reseñas, sinopsis y tesis que nos interesan de data, biblos, pelis y eventos. Seguimos reproduciendo con asidua concurrencia esta Crónicas, sobre la noche de esta extraña ciudad-pueblo, que tan buen agrado reciben de nuestros amigos y allegados.
        La crónica entonces: sin misterios pero de inevitable devenir, tres jornadas se sucedieron una tras la otra -como la semana exige-, desafiando a las heladas brisas provenientes de Jotunheim (el hogar de los gigantes) hasta nuestra vapuleada Midgard, la casa de los hombres sufriente del calentamiento global en boga.
        Basándonos en una irrelevante hipótesis de un grupo de científicos paganos, hemos realizado un experimento durante las tres jornadas. El mismo se basaba en el reconocimiento de símbolos identatarios comunes portados en vestimentas de gala mediante una muestra expositiva pasiva de carácter encuestador, en lugares de concurrencia social explicita en espera de una identificación positiva sobre el símbolo elegido. En otras palabras, nos pusimos la remera del programa Peter Capusotto y sus Videos a ver si alguien la reconocía (ver reseña en Cartelera cultural).     

El primer destino elegido por nuestros investigadores, fue un pub COCOTERO, donde se tiran palitos también de acuerdo a la puntería de cada uno. Allí se realizaba un recital de bandas de metal y rock: Trailer, Overdrive y Alta Tensión (de Corpus).
    Aún sonaban los golpes de martillo de Thor, desde su día el Jueves, y ya estábamos entregados a la diosa del amor y la belleza y la fecundidad, Freyja. Muchos integrantes de la vieja escuela nos dimos citas a escuchar un poco de ruido y autocriticarnos. Por ejemplo, todos los heavys con celulares, pero con ring tones de heavy metal o música clásica: ¡Somos muy heavys!.
    Nota: ¡Ojo!, el roquero y el metalero, siempre fue un asiduo conocedor y consumidor no fanático de la tecnología. Es la única forma de conseguir y escuchar nuestra música. Llamase, grabación de casetes TDK o bajada de Internet.
    Mientras esperamos el inició del evento por la falta del guitarrista, vocalista, primera guitarra y cara linda de la primer banda, nos deleitábamos hablando de trabajo, un poco de política, de mujeres -con el permiso de las presentes en la ronda- y de música, claro.  
    Llego la primera banda -tarde como siempre- y nos deleitó un grupo de jóvenes muy jóvenes con versiones de temas de los ochenta. Bien, ojala mejoren. El tema de Miguel Mateos, no lo entendimos. ¡Maten a Zue Generis, matan a Zas! (palabras de Quiste Sebaceo) El problema es que la mayor parte de las bandas de música de Misiones son con los mismos integrantes que circulan o cambian roles por las distintas agrupaciones que forman, terminando en bandas organizadas para uno o dos espectáculos. Proyectos paralelos, que se le dice, ¡viste!
    Overdrive, lo mejor de la noche, con un repertorio muy bueno, ochentero y metálico. Lo destacable: hace mucho que no veíamos una banda posadeña donde los integrantes, ¡se mueven en el escenario!, ¡Aleluya!, melenas al viento al compás metalero. ¡Aguante muchachos!.
      Alta Tensión, banda oriunda de Corpus, fue la que cerró la velada.
      Digresión: No a Corpus.
    Enamorados totalmente de la bajista, petisa morocha, de uñas pintadas de negro, tocando sin púa, tocó con los dedos, tocando bien, algunos piercings, tomaba cerveza, fana de Nightwish. ¿Qué mas?, nos casamos todos si acepta.
    Algunos borrachos infaltantes hicieron de las suyas encantándonos con sus bufonadas  y saltando con desequilibrio ebrio.
    Al reconocer la remera del experimento entre los presentes, estallaron las risas, y las interpretaciones de los distintos personajes de Diego Capusotto se hicieron presentes en breves scketch. “Zaliva de Zatan”, “Rocanroll Nenennenn”, “Habla del fa-soo el tema”; todos con la adecuada entonación y gestualidad correspondiente. La remera que vestíamos para la experiencia dio sus frutos y fue la mejor remera de la noche. Porque entre nosotros, en voz baja, les cuento: los heavys somos muy cholulos con respecto a la ropa. Siempre de negro obvio, aunque no siempre. Pero la remera de la banda es importantísimo; una secreta y sana competencia. ¿Quién tiene la mejor remera?
    La placita es una fuente común y carente de originalidad por cierto, así que uno debe adquirir la más insólita en otro lado como Baires, o mejor aún: la del evento al que se asistió. Si es un recital de una banda grossa, mejor. Los Web master visten con orgullo la del Quilmes Rock ´08, donde estuvo Ozzy y el Vikingo de Zack Wilde.
    Los metaleros Warriors of the World, convidamos cerveza hasta altas horas de la madrugada imaginándonos irrumpir a las Valquirias que vendrían a por nosotros con hidromiel desde el Valhala. ¿Vendrían?
    “Hay que invadir este lugar –concluimos-, esta bueno y es piola”.
    Sana costumbre de caminar, sábado a la noche, vacía ya que las heladas brisas impedían demasiados peregrinos. Los noctámbulos se agolpaban en amontonadas filas con apresuramientos de ingresar a lugares de encuentro.
    Entramos con algún preámbulo a uno que elegimos. La cajera nos recibió con amabilidad, el dj con música muy vieja y fea. Una canción de Vilma Palma & Vampiros en vivo, dos versiones de “O´ lamour” de Erause (una mas fea que la otra); la vieja música brasilera para fiesta de casamiento (mmmm), música rapera de brasil (¡Guacala!), casi toda la discografía de los Auténticos Decadentes, una sesión muy extraña de los ´70, ´80 y algo de Soda Estéreo (obviamente).
    Inmediatamente reconocimos entre la gente a un muchacho, con una pareja de amigos y su novia, bailaban los tres, él no. Sin cruzarse de brazos pero quieto sin hacer nada. “Será de los nuestros”, pensamos. Media hora mas tarde ya estaba bailando Lambada (sí, el Dj también paso esa canción), nos desilusionamos un poco (del Dj tambien).
    Hablando luego, con una amiga, confirmamos nuestra inquietud sobre los hombres gurisitosNota: denominación a los niños en Misiones) de estos tiempos que arrebatan a las mujeres de forma maleducada y las importunan con palabras y propuestas obscenas apurados por cerrar trato con ellas bajo las sabanas. Gurizada, ni los vikingos eran tan rudos.
    Alguien agarró mi hombro, preparados a lo peor, o solo a una riña, nos dimos vuelta a enfrentar al atacante; bajamos nuestras espadas. Era el muchacho que no bailaba y que luego se puso a bailar. “¿Dónde conseguiste esa remera?”: ¡Aleluya, Aleluya!. Y terminamos charlamos unos minutos con la tranquilidad y la sorpresa que era de los nuestros. Si estas leyendo esto, ¡Bienvenido a la pagina!
    La noche continuó con todos los presentes demasiados abrigados y otro gran porcentaje estaba noviando. Con ese frío, que necesidad de pasear. Una peli y a la cama. Bueno, lo de la peli es opcional.
    Llego la diversión, un hombre grande (40 años) solitario de baja estatura (1,60mts), manos en los bolsillos (las 02), tipo mitad de la noche (3:30 AM), con una cantidad de hectolitros de alcohol algo excesiva (150h aprox), iba revoleando de aquí para allá (por los 04 puntos cardinales) cuan tentempié (amigos: tentempié es el muñequito inflable que tiene arena en los pies y vos le pegas y vuelve, le pegas y vuelve, le pegas y vuelve, pero antes se va para el lado contrario, cierto).
    Absorto a la noche giraba en círculos sobre su propio eje en movimientos concéntricos de su cabeza y se bamboleaba chocando cosas y gente presente; hasta que el dueño del lugar llamó a seguridad “…porque es propenso a provocar la pelea”. Y estaba en lo cierto, cuando el de seguridad lo quiso sacar de muy mala manera, empezaron a forcejear y termino en una pequeña riña donde se desequilibraron las fuerzas cuando los demás payasos de seguridad, como si de la guardia pretoriana se tratase asistieron a pegarles entre todos (06 giles, 01 borracho).
    “Rocanroll Nenenenn”, sonó en la noche, y un grupo de jóvenes saludaba a la remera que portábamos, ¡Qué alegría encontrar gente como uno, viste gordo!, nos invitaron un trago de su cerveza y cada vez que nos volvían a cruzar, estallaba alguna risa y una frase de Peter Capusotto.
    Sentimos una vibración extraña, inquietos nos percatamos que era: la Valquiria llamaba. Y no hay mucho mas que decir de esa noche, uno de nosotros cayó por un acantilado, los demás lo vieron caer con una sonrisa en los labios.
    Por la tarde del mismo día, ya era domingo a la tarde y a orillas del río unas cometas bailaban al son de las brisas y de un solcito que salió a chusmear el evento. La familia a pleno y danzarines pequeños de un lado hacia el otro enredándose con hilos veleros, se hacían con su presencia. Tristemente, nadie hizo mención a nuestro experimento, tal vez era el olor a la remera en su tercer día de uso consecutivo. Todo sea por la ciencia, amigos.
          Nuestros intentos de remontar junto a sobrinos y ahijados un barrilete fueron humillantes y en vano. ¿Qué pasó destino?, ¿acaso madurar significa no remontar barriletes?, ¿el tiempo y el olvido se llevaron esa magia?, ¿la vergüenza no nos permite correr tras una brisa?, vergüenza propia. Eso sí, nos conformamos con una practica de vuelo rasante aduciendo a nuestros ahijados y sobrinos que era para qué el radar no detectara nuestra maniobra. No nos creyeron.
        Luego nuestra impotencia encontró otro escape en el juego del tiro al blanco. El tiro lo hacíamos nosotros con nuestros sobrinos de cómplices, el blanco era un patrullero a treinta metros de distancia. Lamentablemente, lo mas cerca que estuvimos fue la rueda del auto vecino al móvil policial, el viento no quiso remontar nuestro barrilete y ahora desviaba la pelota de voley. Los YutaPolicía, policía, que amargado se te ve…
       Jamás se enteraron de la treta de rebeldía, ya que estaban ocupadísimos hablando por sus teléfonos celulares.
        Algunos postes de servicios de teléfono, luz y misceláneas habían cobrado sus primeras victimas, colorinches cometas con un pequeño vestigio de hilo velero colgando que quedó del impacto. Saciados de abrazos de ahijados y sobrinos de dulce inocencia, contemplamos un patético simulacro por parte de un helicóptero militar, sobre un operativo de rescate de órganos. ¡Pónganle onda muchachos!
       Esa era la consigna de la tarde “No te lleves tu órgano al cielo”. La donación de órganos es un tema polémico para un jingle tan pelotudo. Estos Escribas invitan a la reflexión sobre el asunto y que el amigo lector indague mas sobre los pormenores. Nos imaginamos eso sí, que el hígado del amigo tentempié de la noche anterior no servirá para mucho, tal vez el tuyo sí. No tantos hectolitros y dona tus órganos, en el Valhala solo necesitas tu valor y tu espada.  
          Y el final de esta crónica 3x1 de Metal, Pop y Barriletes, no corre por nuestra cuenta, tal vez el sentido de esta pagina, este contenido en la próxima estrofa de Ricardo Iorio:

Re         Do          Re                                                   Do                 Sol
    La verdad y la razón abren los cielos             no suicidaré mi fe
Re         Do              Re                           Do                 Sol
    Las mentiras que alimentan este infierno        dan motivos a creer.
Re   Do        Re            Do                              Re        Sol
     Sé que flaco es el ovillo                  de mi íntimo carretel.
Re    Do      Re            Do         Lam  Do         Re       Sol
     Me la pasé largando hilo al remontar estrellas de caña y papel.
     Do        Re      Lam7         Do      Re          Sol
 No me podrán cambiar,                  aunque mucho lo intenten.