-Desconfío de toda persona pulcra y excesivamente limpia –admitió el Oráculo.
-¿Porqué?, solo está bien vestido… demasiado.
-Tengo mis razones –admitió el Oráculo.
-En realidad –Observó el Ladrón de Tumbas-, Toda persona que mantiene su copita de champagne durante más de media hora por la mitad, es la razón por qué sospechar.
Tomamos conciencia del detalle. ¿Acaso era una prueba de observación?, ¿una ilusión óptica?, ¿un detalle de la vestimenta?, ¿la copita vino en promoción con el pulóver a rayas ajustado?, ¿Por qué se llama Flabelo Rock, sino pasan rock? muchas preguntas en una madrugada… madrugada fría.
Descripción del sujeto: Alto extremadamente cargado de músculos, casi mastodonte, cara de pavo (esa observación es subjetiva y se deprende del resto de la descripción), Pelo cortito como si fuera un gorro de natación. ¡Atención!, pulovercito verde a rayas horizontales blanca muy finitas (diez exactamente) un talle menos así resaltan sus bíceps; reloj grande de vestir de acero inoxidable; zapatitos de vestir tipo mocasín y el detalle exclusivo, exquisito: una copa de champagne llena por la mitad (o la mitad vacía).
La copa de champagne hay que tenerla todo el tiempo a media altura frente al estomago. Si se charla, se puede utilizar la mano y con un ademan, separar el dedo meñique de la copa como señalando (da mas énfasis a las palabras en cuestión).
¿Qué busca una persona así?, nos preguntamos a continuación los hechos en forma cronológica.
Él se acercaba a una muchacha, con intenciones de evidente intimación. La muchacha y sus amigas parecieron sentir melancolía por la criatura en cuestión y mostraron un lugarcito entre ellas así el podía cada tanto tirar algún comentario al oído de alguna.
-Desde que me di cuenta, por lo menos ya pasaron treinta minutos y la copita sigue por la mitad- se percató el Brujo.
-Yo lo vi tomar un sorbito hace un rato –admitió el Oráculo.
Ahora más atentos a la situación, estuvimos más atentos, atentos a los movimientos de este poco atento muchacho. En ningún momento se le ocurrió sacar la billetera para tener la caballerosidad de pagar una cerveza a las muchachas.
-Tendría que soltar la copa, y capaz no puede sacar la billetera con una sola mano –arriesgó el Ladrón de Tumbas.
Subrepticiamente “Copita” (apodado inevitablemente así) tomo un hielo de la hielera de las muchachas y lo introdujo en su copa de champagne lo introdujo. Paralelo a lo que queda de este relato, el “hielito” tipo rolito fue derritiéndose en la copa. “Está prolongando su estadía”, aseveró el Brujo.
Pero algo allí faltaba algo, Copita, tan limpio, pulcro y apretado de ropa, evidentemente ocultaba algo.
-¿Y la botella? – buscaba entre las penumbras con la mirada uno de nosotros.
-Eso estaba buscando desde hoy – admitió el Oráculo.
Manejemos la lógica unos momentos:
A- Para tener una copa de champagne por la mitad, es necesario haber tomado la otra mitad, aunque no necesariamente porque tal vez no se la sirvió llena. Pero sin duda,
B- Es inevitable tener una botella de donde sacar este espumoso elixir de la alta sociedad posadeña de los boliches nocturnos.
C- Si Copita está en nuestras inmediaciones, en algún otro lugar, debe estar la botella.
D- La botella no puede estar sola.
E- Para dejar la botella de tan preciado elixir, debe tenerse una custodia para la misma: amigos.
De esto se desprende:
Copita ¿tiene amigos?
Si Copita tiene amigos ¿es un mal amigo que los abandonó en busca de muchachas inocentes?
Si copita es un buen amigo ¿es Copita un intrépido cazador que se separa de su grupo en la soledad de la cacería?
Ahorremos deducciones, Copita estaba solo, una fuente nos indicó que los amigos lo abandonaron más temprano esa misma noche. La botella nunca sabremos donde estaba.
La marea del lugar movía a los grupos de bailarines de un lado para el otro al son de la mitad de los temas (a veces repetidos cada tanto), ya que el Lava copas en cuestión… perdón Dj detrás y bien al fondo de la barra, no pasaba los temas enteros; la masa de gente se ve en un constante movimiento y el destino quiso que quedemos justo al lado de Copita.
-¿Quién le habla? –propuso el Brujo.
-Es la única manera que tenemos de sacar información, puede que tal vez sea un tipo normal –admitió el Oráculo.
Uno de nosotros se posicionó a su lado y vecino inmediato trato de entablar conversación. Diez minutos después desistió acusando la imposibilidad de plantear un tema de conversación en común.
-No tiene cara de nada –se quejó el Ladrón de Tumbas-. ¿De qué se puede charlar?
Poco a poco la mitad de la copita de champagne (aproximadamente 75ml), fue vaciándose de a sorbos. Entrada la mitad de la madrugada nuestro amigo en cuestión (abogado según otras fuentes) apoyó el vaso en la mesita del pub. Uno de nosotros asegura haber visto como Copita aflojaba sus dedos descansándolos después de tanto tiempo sin soltar la estructura de vidrio redondeada, o sea: el vaso.
Más tarde mientras el Dj, ubicado en el lugar del Lavacopas intentaba arruinar la noche con la música, Copita anunció su retirada pero no sin antes dedicarles a cada muchacha algunas palabras al oído a manera de chascarrillo. Anunció –Y fuimos testigos con nuestros propios ojos y oídos- a la amiga de la muchacha candidata, “Cuídame a tu amiga”; decía esto con una sonrisa burlona mientras hacia la conocida señal de “ojo” con su dedo, llevándolo al ojo y tirando hacia abajo el parpado como la señal de “ojo” lo requiere.
Copita se fue y mientras algún guapito intentaba pelear con algún otro borracho, nuestra estadio en Flagelo ya había llegado a su fin.
Nos fuimos.
-¿Cuántas cervezas tomamos? –preguntó uno de nosotros.
-Sin contar las del futbol de hoy a la tarde, unas cuatro o cinco mientras Copita tomaba lo suyo.
-No es mucho –admitió el Oráculo.
-Hoy esta muy condescendiente amigo Oráculo –se refirió a él, el Ladrón de Tumbas-. ¿Esta sensible?
-Lo admito –admitió el Oráculo.