Crónica tres: Cervezas en la Esquina
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Mil ciento setenta y cuatro palabras (incluyendo estas también)
Jugar con línea de tres o de cuatro en lo que a fútbol respecta, es un tema engorroso de polemizar, más si uno es un panelista fracasado de canales deportivos y aún más, si Niembro es el moderador de turno. Se sabe que los hombres viven haciendo analogías y metáforas futboleras asociadas a la vida -para desgracias de las mujeres-, eso nos gusta, y nos divertimos y a veces nos entendemos mejor.
Es así como me encontré sin previo aviso sin mis marcadores laterales, ni centrales. Últimamente salíamos a jugar con línea de dos, pero a mi compañero de pagina web, el destino le jugó una mala pasada que ni siquiera diez fuertes bueyes pudiesen tirar, entonces me topé solo con la ciudad, y a pedido de él, hice realidad sus palabras “No abandones, hace una crónica en solitario”.
Acá va entonces, en siete ordenados puntos:
Primero: En una obligada vueltita, dilucidé un movimiento masivo; la temperatura era ideal para quien no tiene frió y la gente iba de aquí para allá. No los seguí ni para aquí, ni para allá, aunque más de una belleza me hubiese gustado seguir. La zona céntrica, el punto neurálgico de la ciudad era el micro centro, lógico. Y como si de un imán se tratase, se veían llegar personas de todos lo puntos cardinales hacia los pubs, boliches y kiosquitos. Polleras cortas, botas, ropa al cuerpo, algunos escotes con frío y de brazos cruzados (casualidad jeje) aguantándose la brisa hasta llegar al boliche y mostrarse luego despampanantes. Peinados raros con pelos en todas direcciones en una misma cabeza. Caras muy afeitadas; autos con ventanillas a medio bajar; veredas repletas de comensales sonrientes con brebajes de todos colores. En fin: un ambiente dicharachero. ¡¡¡La noche a full!!!
Segundo: Un poco asqueado de tanto glamour, decidí ir directamente a un bar en UNION con unos amigos del metal. Cervezas en la esquina, como aquella vieja canción de Hermética, pero esta vez, muy sentados y cómodos gracias a la ley seca. Porque los Mercaderes que tanto se quejaron años atrás, ahora están complacidos: el rebaño llega hasta su puerta.
Las charlas fueron tocando temas múltiples y no para lo que seria sorpresa de muchos, sobre satanismo, sacrilegios, planes de asesinar al papa (mmm, no es mala idea), suicidio, terrorismo y sexo. Bueno… algo de sexo hubo, porque es imposible no hablar de mujeres, primero porque las queremos y siempre hay una que nos desvela; segundo porque pasaban sin cesar por nuestras narices.
Tercero (viene del segundo): Chicas si piropeamos, se enojan. Pero salir vestidas así y caminar con tacos de andar provocativo, mmm. Esta bien, dirán que es la única manera de llegar que tienen a su destino de diversión. Aceptamos. Pero acepten nuestros piropos tambien.
En los bares, siempre hay una belleza que resalta sobre las demás, y si yo qué tomamos muchas cervezas, fui solo dos veces al baño (a desperdiciar en orín lo que había tomado y gastado hace instantes, ¡Para que Chupla si no se banca! –Ver Máximas de la pagina-), ¿porque ella se levantaba a cada rato para ir al baño o a la barra?, mmm… No será que estabas desfilando morocha.
Cuarto: Algunos autos de detenían, bajaban copiloto o piloto, compraban algo y seguían su camino, y a los gritos se avisaban entre si, su destino.
La mejor manera de entrar a un barcito con gente, es agrandando la espalda, poniendo cara de malo y mirando sin mirar, dirigirse hasta la barra. Mientras, claro está. Los ya presentes se ríen del forastero. ¿Quién eres tú forastero?
DIGRESION: ¡PAPPO, como te extrañamos CARAJO!.
Quinto: En la radio, se podía escuchar el ENViVO de una bailanta –raro, porque los que estábamos presentes no teníamos pinta de tropicales-, y uno apreciaba de escuchas la fiesta en ese lugar algo lejano del centro. El hombre de la consola, repetía hasta el hartazgo, las siguientes formulas:
· ¡A ver los hinchas de River che! (casi sin ganas). Y así repetía todos los equipos más populares de nuestro país.
· Luego, “¡A ver los hinchas de BOOOOCAAAA!”, a los gritos y estirando la ovación del pueblo Bostero, mmm…
· “¡A ver las solteras que están hoy presentes y están calientes esta noche!”, gritos de mujeres desaforadas, las mismas que si les propones algo, te lanzan el mismo grito con puteadas incluidas.
· ¡A ver los hinchas de River che! (otra vez, sin ganas). Y reiteración de algunos equipos de nuestro país.
· Y una vez mas, “¡A ver los hinchas de BOOOOCAAAA!”, a los gritos y estirando la misma ovación del pueblo Bostero, mmm…
· También incluía, algún comentario con chistes para alguno de los amigos presentes que solo él conocía y todos los presentes no.
Sexto (la música del quinto punto se seguía escuchando): Mientras la morocha, volvía a pasar por delante de todas las mesas varoniles despertando suspiros y groserías; y otro auto mas circulaba por la calle con los vidrios bajos y la música a todo lo qué da -lo que planteaba los interrogantes, de: ¿Cómo se escuchaban los que iban adentro?, y ¿Si dentro de algunos años podrán escuchar algo?-, la madrugada iba aproximándose al otro gran momento de la Ley Seca. Las cinco de la matina, cuando todos los establecimientos nocturnos y similares, deben dejar de expender bebidas alcohólicas, mientras que en el caso de boliches y pubs, deben encender las luces del recinto -momento en donde llevarse a la feita que te levantaste se torna imprescindible-, porque a las seis de la mañana deben cerrar sus puertas.
Esto hace que de repente, el centro con algo de movimiento, se llene de transeúntes, autos a velocidades extremas, borrachos y borrachas de lamentable andar, alguna que otra riña, taxis y remisses; y los populares y concurridos puestitos de hamburguesa y choris y panchos. Que sirven por módicas sumas el menú ideal para matar un poco la borrachera, la resaca que esta empezando y el hambre que esta matando.
La ciudad se llena una vez mas, las paradas se repletan de gente (me gustó esa frase, se repletan, como si las paradas tuvieran esa disposición a llenarse por si solas), y los novios vuelven a su cucha, algunos enamorados tienen la ultima oportunidad, los amigos celebran una vez mas la amistad, y las viejas chusmas se espantan por los gritos y ocurrencias de la juventud.
Séptimo (y conclusión): en fin, como siempre, la noche termina, ahora mas temprano -cosa que no deja de ser beneficiosa-, y fue muy gracioso no entrar a ningún templo ni acontecimiento especial y terminar en una taberna con la vieja cebada de Egipto, pero , no obstante, ver pasar la noche delante de tuyo como si estuvieras viendo la mejor programación de un canal de realitys shows. Tal vez esta crónica no tenga un final muy espectacular, pero aunque no lo crean, tiene un final muy bueno. Un brindis con amigos.