“Vagones de un mismo Tren”

 

Tiempo estimado de lectura: cuatro minutos

mil ciento ocho palabras (con estas también)

  

 Momento Cuatro (Hoy quiero compartir el vino, y brindar con todos ustedes)

 

El domingo al mediodía en familia, todo era risas, abrazos, fraternidad y gritos. Mi sonrisa y mi agotamiento eran un dato que resaltaba. Nadie se imaginaba, lo que apenas menos de 12 horas atrás habíamos vivido. Cuando las vías que unen al pueblo, nos llevó hasta el Tren que pasó arrasándolo todo. Algo confundido por emociones, y cansancios pregunté al Oráculo sentado a mi izquierda.

-¿Es verdad lo que sucedió ayer amigo? – él  se tomó unos segundos para contestar, masticó profundamente, no la respuesta, sino una costillita del asado, y luego trago satisfecho.

-Si –asintió con la cabeza-. Pero hay cierta información que no estoy autorizado a  brindar.

 

 

Momento Dos (acá estamos cara a cara entre tormentas del infierno)

 

El Mago desapareciendo en plena accion

Una distorsión fugaz, el tiempo pasando velozmente, estábamos entre una orbe de desaforados paganos oscuros. Al frente, como en un improvisado altar, el Mago con sus cuatro Guerreros entonaban poderosas melodías. Dicen que vienen de lares lejanos en una maquina nunca antes vista que recorre las venas de acero de la tierra, trayendo historias de hermanos, lugares distantes y esperanzas.

El Mago se movía de un lado a otro, con sus manos invocaba horrendas figuras que gemían al unísono al compás de sus hechizos. Dos dedos apuntaba a cada rostro oculto en las penumbras de la oscuridad y uno podía sentir cómo un conjuro de poder le recorría el cuerpo, mientras se agitaban los brazos y se gritaba inevitablemente. ¡Estábamos encantados!

Sus cuatros escoltas, vikingos de barbas y largos pelos, armas en manos, desprendían su estruendo, incitaban a la hermandad, llamándonos para acercarnos, acompañando los recitados conjuros del Mago, mostrándonos sus puños en alto, porque eran cinco trayendo las buenas nuevas, pero éramos todos en uno solo.

Todo era risas, abrazos, fraternidad y gritos.

En un instante de caluroso cansancio, volví a la realidad, allí estaba entre mis hermanos. Todos Vagones de un mismo Tren. Porque esa noche había llegado hasta Corrientes.

Tren Loco amenazaba con descarrilar en cada riff, pero llevaba a toda maquina el Heavy Metal Argento. Nosotros estábamos ahí, confirmando “el porqué” somos parte de esta locura llamada Heavy Metal.

Facundo Coral arremetía con su guitarra con un despliegue que nada tenía que ver con el  Facundo Coral de unos minutos antes, cuando mientras charlábamos con Gustavo Zavala, él se paseaba de un lado al otro concentrado para lo que vendría.

 

galería de fotos del recital - click-

 

Momento Uno (pero cuando muchos hombres marchan en la misma dirección)

 

Bastó decir a Gustavo Zavala, líder fundador y bajista de Tren Loco que queríamos hacerle algunas preguntas, para que nos haga pasar al sector donde se encontraba la banda tomando unos tragos al aire libre en una noche “hermosa” y precalentandose para el show que estaban por regalarnos.

La humildad de los integrantes de Tren Loco es abrumadora; charlan, se sacan fotos, ríen, saludan a todos y cada uno de los amigos, fanz y asistentes a sus recitales. Tanto abajo como arriba del escenario; Arriba del escenario se toman el tiempo entre acorde y acorde para hacer caras, morisquetas, saludar o señalar a las cámaras que apuntan sus flashes a cada minuto. Son una banda que se debe a la gente. “Nosotros siempre decimos que las estrellas están en cielo, acá somos todos vagones de un mismo Tren”, nos dice Gustavo mientras charlamos en una amena entrevista (link).

Apunto de sacar un libro que contiene la historia de sus 20 años como banda. Gustavo no para de hablar y de interesarse por nosotros, los que escuchamos al Tren. Nos invita un Fernet sin hielo, se disculpa por la temperatura del elixir oscuro entre risas y nos pide “No se vayan, sigamos charlando”. Mientras, algunos metaleros se iban acercando de a grupos para recibir autógrafos y fotos, para darle paso a otros que esperaban en fila. Charlamos de Metal, de literatura, de política, de la actualidad, de Hugo Jiménez Agüero saludando por teléfono a Gustavo Zavala por la versión de “¿500 años de qué?”; hablando de la familia, hablando de folclore. Charla que pareciera irreal instantes antes de un recital con tanto poder. ¿Qué es ser Heavy Metal?

“Vamos yendo Gustavo” le avisa Facundo Coral (el guitarrista) y nosotros corremos al otro lado, al predio lleno de gente, que se acercó desde Misiones, Paraguay, Formosa, Chaco y los anfitriones Correntinos; que nos deleitaron con algunas bandas de buen Heavy y con un interesante apoyo de los presentes.

Digresión: los Misioneros estamos lejos en organización y en “movida metalera” para la realización de recitales, como lo están en la provincia vecina.

 

 

Momento Tres (el que canta el mal espanta)

 

 

Así  sonó la noche

 

Barrio bajo – (se desató la euforia)

Venas acero

Antihéroes

Clase trabajadora

A mis amigos

Carne Viva

Endemoniado - (el más coreado)

Hoy (de acá para adelante fue solo pogo)

Pueblo Motoquero

No me importa

Intro del Himno Argentino

Pampas del infierno - (Al palo)

Ella, se mueve en silencio - (Para las musas presentes y descanso del pogo)

Patrulla bonaerense

Fuera de la ley - (muchísimo pogo)

Apocalipsis

 

Digresión: nos deben “Guerra Gaucha”,

ahora vamos a tener que ira verlos otra vez.

 

esta foto salió buenisima y de casualidad.

Cerrando el Recital, en todos los temas todas las canciones, los cinco principales miembros de Tren Loco, dieron todo, tomándose cada instante para estirar la mano, saludar a las cámaras, o divertirse entre ellos mismos arriba del escenario haciendo música, sus canciones.

Cada una de estas canciones con una historia, una historia de lo “que nos pasa a nosotros”, como nos decía Gustavo antes; hacen confirmar que vale la pena seguir a una banda que posee estas ganas, con estas características.

Cabral haciendo gala de su falsete, hasta con la mano le sale bien.

Al terminar el recital, los cinco integrantes se quedaron entre abrazos transpirados, más flashes y autógrafos, con todos los que se acercaban al escenario.

Nosotros terminábamos la velada, lejos de casa, con un remisero dicharachero que se reía de cualquier cosa que le decíamos, mientras nos arrimaba a la terminal de Corrientes, y lo sospechamos bajo los efectos de algún elixir.

Estos Vagones volvían a su estación.

 

Momento Cinco (no me importan lo que digan, no me importa cuantos son)

 

El domingo a la tarde, mientras el Tren Loco seguramente compartía un asado en tierras chaqueñas. Mataba la resaca de tanto metal, con un poco mas de Tren Loco, con el Cd en la mano, la música al palo, mirando las fotos que documentamos la gran noche anterior, organizando el lunes de lucha y trabajo y… en la soledad de la casa. Sonreía.

Somos Todos vagones de un mismo Tren.