Crónica - Yo antes era Rockero
 

Yo antes era rockero

Pequeño encuentro con un ex-militante del rock.

 

Contexto y lugar

La cita era casi una casualidad. El cartel acusaba rock en el nombre del barcito. Y decía así “Rock”. En realidad teníamos que haber sabido que Falabelo Rock, no era una banda de Death Metal, ni mucho menos una banda de rock duro brasilera. Entramos. Luces algo oscuras y penumbras ponían onda, sonaba Ratones Paranoicos y cosas parecidas, pero las gigantografías sobre la pared del lugar decían todo lo que tenia de rock el barcito: Ricardo Arjona, Diego Torres Gwen Stefani, el Pelado Cordera, El indio Solari, Gustavo Cerati, un cuadrito de Slash. Pero también iconos del rock en una parte de la gigantografías, Charly, León y unos cuadritos colgados de Ac/Dc, Led Zeppellin, Kiss, Hedrix, Pink Floyd.

En fin como reza el código de Pecados mortales que el Coronel José de San Martín impuso a su Regimiento de Granaderos a Caballo: castigo o expulsión “Por no admitir un desafío, sea justo o injusto”. Acodados en la barra, pedimos la primera cerveza.

Al rato, de temas súper rockers como los de Turf, Abuelos de la nada. Calamaro, Vicentico, Los Piojos entre otros, se termino el rock y dio paso a lo mismo de siempre, no importa el lugar, la música latina ahí estará (cumbia, reggaeton, cuarteto, pop). Empezó con un poco de marcha y siguió con mas de lo mismo no importa que bar sea y que tan “único” es. Son todos iguales.

Exigimos la plata de la entrada por semejante engaño “En el cartel decía Fablelo Rock o algo así –encaramos al Barman-, devuélvannos la plata de la entrada, devuélvannos”.

No cobramos entradas –nos contestó el barman-. Y el lugar se llama Flabelo, ¿Otra cerveza?”. Nos convenció.

Entonces nos quedamos ahí en “Flagelo Rock”, quietitos evitando hacernos amigos; empresa imposible, parece tenemos una aura poderosa. Primero nos sentíamos los únicos vestidos de negro del lugar con remeras de Rock. Éramos los únicos vestidos de negro del lugar con remeras de rock.  Salvo uno que tenia camisa negra pero con dudosa preferencia sexuales.

Al lado nuestro estaban dos muchachos que salieron a ver si hacían novios con dos chicas. Los dos estaban tan prolijos, tan prolijos que parecían una propaganda de perfume de las de la tele. En realidad de celulares Blackberry, porque cada tanto el de camisita blanca, jopito duro y cadenita de plata sin pelos en el pecho, sacaba su móvil y mandaba mensajes de texto, con el aparato en forma vertical u horizontal -se encargo de mostrarnos todas las dinámicas del aparato-. Incluso, muy audaz de su parte, improvisaba pasos de baile al mismo tiempo que escribía. ¡Un Campeón!

Imagínate la conversación de la semana: “salimos con unas minas, pero ni ahí que voy a bailar, pero me moví un poco para no quedar mal. Por eso tardaba en contestarte los mensajes, boludo”. Así mismo del otro lado de la historia: “Salimos con dos flacos, se pagaron una sola cerveza, fueron mejor producidas que nosotros y ni sabían bailar los perejiles”.

El momento se acercaba y resumiendo mas de lo mismo, con individuos mas extraños que estos web Warriors, lleguemos al encuentro en cuestión.

 

El Encuentro (nada que ver con el canal)

Llegó acompañado, para meterlos en contexto. Con el tío de él entrado en años, un primo, y dos mujeres… citemos una vez mas las disposiciones de San Martín para su regimiento de Granaderos, expulsión Por presentarse en público con mujeres conocidamente prostituídas (no somos malos, pero esa es la imagen que esas señoritas y esos muchachotes querían presentar a como de lugar con actitudes y menesteres).

Él, el gordo a punto de ser nuestro amigo, era alto y estaba vestido con pantalones vaqueros y camisa desprendida, de color blanco con cuadros azules y negros según las rayas que iban y venían transversal y perpendicularmente por toda la camisa., pelito corte carré atrás de la orejita y un bigotito mas unos pelitos en la pera a razón de “chivita”; tardo menos de cinco minutos en decidirse a venir a hablar con nosotros. Bastante rápido. A continuación, la conversación.

 

La conversación

-Yo antes era re rockero –nos aviso sujetando un vaso de cerveza en la mano con el dedo meñique paradito señalándonos.

-Buenísimo –asentimos.

-Pero por el laburo viste –nos dio un abrazo grupal para la confidencia-. Deje de ser así –volvió a señalarnos con el meñique paradito.

-Yo también laburo –dijo uno de nosotros mientras el otro estallaba en risa, es qué no podíamos contestar otra cosa.

-No si, ya sé –aclaró… ¿?

-Yo vine con mi tío y mi primo –cambió de tema por necesidad de compartir su motivo de estar allí presente-. Estas son mis minas, me las “como” a las dos, pero se las di a ellos –consentimos felicitándolo por su gratitud y nobleza para con la familia, nos sentíamos llenos de devoción hacia él…. ¡No mentira!, pero había que contestarle algo.

-Somos de Italia, sangre italiana –continuó con acento italo-español como si fuera un mal doblaje al castellano de la película El Padrino -. Somos jodidos, pero no tanto, me entende como parlo –y se despachó con algo de la lengua tana aprendida en la secundaria-. Pero todo bien, quédate tranquilo.

Imagínense nuestra tranquilidad.

A esa altura, era imposible sacárselo de encima, nos hablaba por separado, dando un respiro a uno de nosotros y cuando era algo importante nos abarcaba con sus brazos y tiraba la frase reveladora.

Nos contó sus principios, que asistía a unas clases de batería y que conocía a todos los de Posadas, que escuchaba solo rock, bandas como Intoxicados, La 25, los Piojos, Los Redonditos de Ricota y por suerte una de verdad La Renga, pero nos imaginamos que solo “La Balada del Diablo y la Muerte” y como mucho “el Revelde” (por favor no hagan comentarios de la ortografía, el tema se escribe así por el carácter rebelde de la canción).

Luego, nuestro amigo, se despachó unos piropos.

-Ustedes así –señaló con el meñique sin soltar el vaso-. Tienen más facha que todos nosotros juntos los que estamos acá.

-¡Eh!, no es para tanto –reculamos al cumplido.

-¡No!, ¡Si! –aseveró-. Tienen las re-minas ustedes con esa ropa y esa actitud, loco.

El piropo venia con algunos consejos por suerte.

-Pero tienen que laburarla un poco, loco, se le van a tirar todas las minas que están acá -. Ante esa observación temíamos por un alud de mujeres contra la barra… no paso nada.

La noche seguía en mas de lo mismo, algunos sujetos divertidos, algunos amigos  o conocidos que saludaban, DJ que no sabia enganchar temas, o sea, pasaba exactamente lo mismo que en cualquier bar, pub o boliche de la ciudad en ese mismo instante. Pero faltaba una última revelación.

-¡Ah! –hizo un ademán de quejarse de un dolor de pies-. Mira como tengo las piernas.

Miramos los mocasines marrón claro que llevaba puestos con medias blancas (increíble).

-No doy mas –se quejó del cansancio-. Vengo de re-joda toda la semana. Estuvimos en Ituzaingo –nos contaba sin que le preguntemos-, chupando, tomando, todos los días cojiendo. ¡Pero con una mina distinta! –se agarró la cabeza como sufriendo-. ¡No sabes!

Ante tamaña osadía y semejante logro, no podíamos mas que admirarlo. Pero miramos la gigantografía de Ricardo Arjona que pareció tirarnos la posta: “Aquí el hombre es el que tiene mujeres y vida de tormenta / Sin saber que hombre es el que tiene una y la mantiene contenta”. Hasta Ricardo lo sabe.

Inmediatamente para demostrarnos su condición de macho, agarró de la mano a la más morochita y quiso estamparle un beso. La muchacha solo cerró los labios y un tímido piquito entregó a su supuesto hombre mientras seguía bailando con el tío. A continuación nuestro amigo, mirándonos de reojo quiso manotear a su otra compañera, la rubiecita fea y sin forma. La mina será lo que será, pero no un bufón, le soltó la mano y le cortó el chorro de gran Macho Argento.

Miramos la gigantografía de Diego Torres, pareció hablarnos “No se preocupen mas, siempre hay una razón, tratar de revivir, tratar de estar mejor”. Cuando nuestra vista pasó a la gigantografía del Pelado Cordera en pijamas, decidimos no interpretar ninguna señal y saludar a nuestro amigo.

Era hora de irnos a comer una hamburguesa, Flalavelo Rock o como se llame era mucho para nosotros. Dejamos a Angus colgado en un cuadrito con su Gibson y punteando una canción que jamás habíamos escuchamos esa noche. Dejamos a nuestro amigo el Ex Rockero, hablando con otro amigo que encontró, mientras nos despedíamos atentamente.

No nos dejamos atormentar por un Gil, ¡¡¡Salud!!! Y volveremos.

 
 
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